Mi hija nació el 19 de marzo de 2009, hace un poco más de un año. Estaba en el trabajo cuando recibí una llamada avisándome que mi esposa ya se encontraba en el hospital, fue una niña hermosa. Recuerdo muy bien la noticia de su llegada.
Cuando nos enteramos de su llegada no lo esperábamos, sin embargo, puedo decir que esa noticia no tiene comparación con ninguna otra. A partir de ese instante esa bebita tan linda llenó nuestro hogar de alegría.
Durante los nueve meses del embarazo nos la pasamos buscando nombres e indagando sobre si sería niña o niño, en realidad eso no nos importaba lo único que queríamos era tenerla en nuestros brazos.
El 19 de marzo de 2009 todo parecía normal, mi esposa sólo tenía 37 semanas e iría al hospital a una consulta, ese día la detuvieron, mi hija estaba por nacer. Cuando llegue al hospital tuve que esperar en una sala, durante la espera les escribí unas líneas a mis dos amores, momentos después el doctor me llamó y me dijo que había sido una nena, que había pesado dos kilos cuatrocientos gramos, y que la bautizaron con el nombre de Jimena.
Hasta ese día comprendí que no hay nada más lindo y más valioso que un hijo, ese hijo que sin importar su fragilidad y pequeñez abarca toda la atención de dos personas dispuestas a entregar todo el amor y cuidados posibles para un ser que los necesita. Esta experiencia es la más importante en mi vida y sé que se quedará por siempre y para siempre grabada en mi mente, pero sobre todo en mi corazón.
MIGUEL ABRAHAM IBAÑEZ APANCO
